¡Buenos días compañeros!
El martes 1 de marzo en la clase de habilidades sociales
recibimos la visita de Chusico, quien vino a hablarnos de la comunicación en público.
La sesión comenzó con 3 preguntas que nos hizo Chusico, ¿Eres comunicativo?, ¿Cuan comunicativo soy?
y ¿Qué es lo que me impide ser más comunicativo?
Tras poner en común estas tres preguntas llegamos a la conclusión
de que todos somos comunicativos ya que es imposible no comunicar, por ejemplo,
podemos expresar simplemente con nuestros gestos sin necesidad de hablar.
En cuanto a las causas que nos impiden ser más comunicativos
una de las más repetidas fue el miedo a hacer el ridículo o la vergüenza y los
nervios que nos genera hablar en público.
Después realizamos una serie de experimentos, todos los
alumnos nos levantamos y empezamos a dar vueltas por la clase sin hablar, pero
aun así estábamos comunicando con nuestros gestos y miradas.
Una de las cosas de las cuales nos hizo darnos cuenta, es
que a la hora de movernos, seguíamos a los grupos con los que nos relacionamos
diariamente, y no nos arriesgábamos a movernos por libre. Buscábamos la
confianza en lo conocido.
Una vez estábamos en movimiento, nos hacía pararnos y cerrar
los ojos, para hacernos preguntas sobre la clase, la situación de una persona y
pequeños detalles para comprobar nuestro grado de observación; en lo cual, la
gran mayoría fallaba.
Acto seguido, nos hizo elegir a la persona que teníamos más cerca
para jugar a un juego que consistía en mover las manos en espejo, y si se
coincidía, había que celebrarlo gritando mucho para aceptar nuestros triunfos.
En las mismas posiciones en las que estábamos para este
juego, eligió cuatro voluntarias a las cuales sacó del aula para realizar un
experimento, dos de las cuales eran Noemí e Irene, integrantes de este grupo de
trabajo. A la voluntaria que quedó dentro del aula, se la puso delante de la
gente para que recibiera aplausos o abucheos con el fin de analizar sus
reacciones. Se realizó lo mismo con las cuatro voluntarias una por una.
Este experimento sirvió para aprender a aceptar los
aplausos, para aprender a equivocarse fuerte al recibir los abucheos, para
saber escuchar y sobre todo para pasarlo bien.
Uno de los últimos juegos que se realizaron consistía en 6
voluntarios, los cuales debían hablar únicamente mediante preguntas, lo que dio
como resultado que muchos de los voluntarios no supieron aceptar su equivocación,
ya que todos se lamentaban y enfadaban cuando fallaban y trataban de
justificarse. Esto sirvió para que aprendieran a aceptar sus fallos y que
comprobaran que equivocarse no es malo.
El último juego fue entre dos voluntarios, quienes tuvieron
que leer el mismo texto y tratar de expresar las emociones del texto a los demás
con sus palabras, tono de voz, gestos, etc. La primera voluntaria leyó el texto
en un tono muy monótono y sin ningún gesto representativo de lo que estaba
leyendo. Sin embargo, el segundo voluntario, le puso un tono más alegre he
intento interaccionar más con el público.
Tras recibir consejos
de Chusico, la primera voluntaria realizo un cambio en su tono de voz,
gesticuló más y procuró mirar menos al texto, ya que el contacto visual crear
confianza e interacción con el público; el segundo voluntario decidió hacer partícipe
al público a la hora de leer el texto, que como se trataba de una canción conocida,
todos juntos la cantamos y se generó una sensación de euforia común.
Como conclusión, podemos decir que es imposible no comunicar
ya que no es necesario hablar para transmitir mensajes a los demás. También se
aprendió que los conceptos bien y mal son muy relativos y subjetivos, por
tanto, no está tan mal el equivocarse ya que debemos aceptar los errores y está
bien equivocarse fuerte. También nos quedamos con la idea de que una persona no
hace el ridículo, sino que son los demás los que ridiculizan a la persona,
además de que el público no debe reírse del sujeto que está hablando para no
hacerla sentirse incómoda.
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